lunes, 10 de marzo de 2008

CACHARROS.- (Utiles y Menaje)

Cazuelas, pucheros, sartenes, cucharas y menaje en general. Todo tipo utensilios y cacharros para el arte del guisar y manjar. Tradicionales y contemporáneos

LA OLLA FERROVIARIA - Putxera.-



Comienzo con este cacharro, invención de los empleados del ferrocarril de la Robla (Bilbao - León) hoy empresa de ferrocarriles (FEVE). Inicialmente conectada al vapor de la locomotoras y poco después usada con el carbón de la caldera.

Estos ferroviarios al permanecer tanto tiempo en el trabajo, realizaban las comidas sobre la marcha, surgiendo de su ingenio la olla. Inicialmente se usaba una olla conectada al serpentín del vapor de la locomotora, realizándose unos cocidos de patatas y carne, garbanzos, alubias etc. de una calidad excelente debido a la lentitud de su cocción. Más adelante se sustituye el vapor el vapor por carbón de leña o vegetal, pasándose a cocinar en los vagones tanto de cola en los mercancías como de equipajes de los trenes de viajeros. Costumbre que se extiende por todos los pueblos de la zona hasta nuestros días. Guardafrenos y olleros de Mataporquera y comarcas difunden este útil cacharro para guisar por toda la comarca.

Mataporquera y Reinosa conservan artesanos fabricantes de ollas, pero también Cistierna (León) o la localidad vizcaína de Balmaseda, en el valle de Las Encartaciones, que además ha puesto la putxera -nombre que allí dan a la olla- como plato estrella de su oferta gastronómica. Esta proliferación ha generado cierta inquietud entre quienes piensan que la olla ferroviaria puede llegar a no tener nada que ver con lo que nuestros mayores aún recuerdan. Hay quien reivindica incluso una especie de denominación de origen, con su consejo regulador, que vele por el legado sociocultural que acompaña a la olla.

En la actualidad se contruyen de diversos materiales y sofisticadas formas, se utilizan los mas diversos materiales, (Barriles de cerveza, ollas a presión, etc..)


Pese a la escasez de artesanos buen maestro de este arte es Micael Álvarez, Cael, natural de Mataporquera, la capital del invento, que a sus 74 años es uno de los contados artesanos que fabrica ollas ferroviarias.



La vistosidad de los recipientes ha propiciado para muchas ollas el destino de objeto decorativo; Cael las ha llegado a fabricar, por encargo, hasta de cuarto de litro. Este veterano calderero recuerda que su padre, ferroviario en la línea de La Robla, llevaba uno de aquellos artilugios a su trabajo.

Se hicieron en su día de chapa galvanizada, de estaño y de otros materiales, pero Cael utiliza desde hace tiempo el acero inoxidable, vistoso y duradero. Ha llegado a desarrollar un molde para obtener las patas troqueladas y una serie de detalles que identifican, a la vista de los entendidos, la mano del buen artesano. Cada cual tiene su librillo. El de Cael se abre con la elección de la pieza que formará el cuerpo principal del recipiente, calculando la capacidad final deseada. Después la redondea sobre una base cilíndrica; una vez curvada se remacha y se le ajusta el borde inferior para encajar la parrilla donde se quemará el carbón. La parte superior del cuerpo, levemente cónico invertido, lleva unos ojales perforados y remachados, “para que la olla respire y tire bien”, además de los soportes para las asas.

Probablemente, aquellas primeras ollas ferroviarias eran bastante más rústicas que las actuales, con recipiente y puchero de una sola pieza y una especie de chimenea central. Hoy en día casi todas constan de un recipiente metálico provisto de patas y asa con empuñadura de madera, donde hace su combustión el carbón vegetal- y un puchero, de porcelana o de barro, que contiene el guiso y encaja en el recipiente como un guante.



Precisamente, el recipiente acapara toda la atención de quien presencia la ceremonia de preparar una olla ferroviaria, salvo la de los encargados del guiso, que no pierden de vista la evolución de los manjares. La variedad de formas y acabados es amplia: los hay tan solemnes que podrían contener la poción mágica (y a veces se acercan bastante ). No menos sorprendente resulta la pragmática eficacia del conjunto: recipiente y puchero componen una auténtica cocina de campaña, fácil de transportar y de instalar, y con unos resultados finales que harían palidecer de envidia al mejor cámping gas.

Va quedando claro que, si tenemos prisa, nos hemos equivocado de lugar y de menú. Los buenos conocedores de la olla insisten una y otra vez en dos ingredientes indispensables, que no figuran en la mayoría de las recetas: paciencia y prudencia.

Como información para compras os remito a la dirección web http://www.olla-ferroviaria.com/tienda.html donde se detallan modelos a la venta.




Su precio puede oscilar desde los 100 euros a los 250 euros.



Fuentes: Revista de Caja Cantabria 2004

4 comentarios:

  1. Me acabo de quedar fascinada. Llevo años y años en la cocina, cocinando todo tipo de platos, epañoles, marroquies, internacionales...y me ha llamado muchísimo la atención el uso de la olla ferroviaria.
    Tanto es así, que me pondré en contacto con la dirección que nos dejas para comprar una, donde poder hacer buenos guisos a fuego lento, como se hacía a la antigua usanza.
    No te imaginas, la ilusión que me he llevado al descubrir que se venden.
    Realmente, creí que estaban en el olvido o como objeto decorativo.
    !que pena habría sido!
    Sin falta, con las prisas de conseguir una cuanto antes, te dejo, para ponerme en contacto con la página que nos dejas de enlace.
    Es la misma ilusión que tiene un niño pequeño, cuando alguien le regala un caramelo.
    Espero tenerla pronto, usarla y mandarte fotos de la receta.
    Muchas gracias.

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  2. Nos has sorprendido con esta olla ferroviaria y te agradecemos toda la información que nos has facilitado.

    Saludos,

    Ana y Víctor.

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  3. Muy interesante toda la información y las recetas que tienes en el blog. Este artículo me ha dejado particularmente fascinada, lo tengo que leer con detenimiento de nuevo. ;)
    Saludos,
    Marcela

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  4. Donde se puede comprar una olla ferroviaria?

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